En otras ocasiones he escrito entradas en el blog con el título de "Oportunidades desaprovechadas", pero esta vez sí que se aprovecharon.
Motorland, el circuito de Alcañíz en Aragón fue el lugar elegido para finalizar la séptima etapa de la Vuelta a España.
El paraíso del motor perdido en mitad de Teruel lucha por abrirse un hueco en el mundo de circuitos relevantes. Lo tiene muy difícil, pero lo intenta.
Cuando he ido por allí aquello es como "El paraíso", un lugar idílico donde pasaríamos los fines de semana encerrados viendo carreras de karting (circuito con homologaciones CIK-FIA para pruebas internacionales), motocross, kartcross, enduro, pista larga diseñada por Hermann Tilke de 5.345 metros de cuerda. Una pasada.
Se creó este proyecto con la fiebre del motor que nos entró en España tras los triunfos de Fernando Alonso en Fórmula 1 y se escogió ese lugar porque independientemente del business, es cierto que Alcañíz es un lugar de tradición automovilísica en competición. La primera vez que fui llovía a mares, y me sorprendió la cantidad de afición que en las gradas esperaba a ver un día normal de carreras Renault
En Alcañíz se corría en un circuito urbano. Yo no lo llegué a conocer, pero sí guardo algún número de Auto Hebdo con imágenes de la época, ¡reciente!
El año pasado Ezpeleta les concedió el premio al mejor circuito del mundial de motociclismo. El mismo año que el sábado en clasificación se fue la luz en todo el circuito... En fin, cosas que le puede pasar a cualquier circuito.
Total, que en los tiempos que corren en los que las carreras que son rentables como la F1 tiran hacia lo urbano con proyectos de expeculación "quita y pon" como Valencia Street Circuit, cualquier acción que se consiga para salir en los medios será considerada como una gran y meritoria estrategia de ¿supervivencia?
Desde luego, al menos ayer, muchísimas personas fuera del target de clientes se enterarían viendo las bicis que en Aragón hay un circuito de carreras. Y eso, ya es mucho.
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